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UNA CARTA SIN PEDIRLA. CORRESPONDENCIA.  9788483933442

UNA CARTA SIN PEDIRLA. CORRESPONDENCIA

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  • EAN: 9788483933442
  • ISBN: 978-84-8393-344-2
  • Editorial: PAGINAS DE ESPUMA
  • Encuadernación:
  • Páginas: 304

  • Materias
  • Ensayo
Disponible. En stock

29,00 €

Conocemos a la Virginia Woolf escritora, conocemos a la Virginia Woolf ensayista,
conocemos a la Virginia Woolf editora y ¿qué sabemos de la Virginia Woolf en su
intimidad, en su ámbito personal, doméstico, familiar, en sus pequeñas rutinas, en sus
decisiones de cada día, en las acciones que deseaba compartir? A partir del gran
legado de su correspondencia que está compuesto por más de cuatro mil cartas, la
traductora y especialista Patricia Díaz Pereda compone todo un retrato íntimo y por
tanto muy desconocido a partir de una cuidada y anotada selección de cartas, que
abarca desde 1912 hasta 1941, y que nos enriquecen en el conocimiento, la mirada y
la comprensión de una escritora universal que sigue dialogando de un modo vigente
por su pensamiento y por sus ideas innovadoras en torno al feminismo con los debates
y las ideologías de este primer cuarto del siglo XXI.
La selección ha sido un trabajo exhaustivo y arduo, dado el interés y la calidad de este
ingente material, y para ello se ha atendido a tres grandes criterios temáticos: la
literatura, las casas y las gentes, tres temas esenciales para Woolf y a menudo
entremezclados en una misma carta.
Con el primer criterio se incluyen las que hacen referencia a sus lecturas, las que
atañen a su propia obra y a su faceta como editora en la Hogarth Press y respuestas a
los comentarios de sus amigos por la última novela publicada.
En cuanto a los contenidos respecto a las «casas», para Virginia Woolf (y para los
amigos de Bloomsbury) la estética de los espacios donde vivir y trabajar era muy
importante y significativa; probablemente hubiera estado de acuerdo con la frase de
Bachelard en la que define la casa como un estado del alma. Las cartas seleccionadas
según estos criterios espaciales combinan los placeres estéticos que le provoca la
naturaleza en Sussex con su vida cotidiana allí, por el indudable interés que ofrece esta
faceta más prosaica de Virginia Woolf cuando habla de su vida diaria.
Un tercer criterio de selección han sido las personas, conocidas o desconocidas, a
quienes y de quienes habla. Como es el caso de Violet Dickinson, lady Cecil o Katherine
Arnold-Forster (de soltera, Ka Cox); su amigo Jacques Raverat, a quien no vio en los
últimos diez años de la vida o su amigo del «viejo Bloomsbury» Saxon Sidney-Turner.

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