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CAMPOSANTO.  9788412261066

CAMPOSANTO

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Disponible en 3 días

18,00 €

Un lujoso estuche a todo color dedicado a los cementerios perdidos de Madrid y Barcelona, que contiene sendos mapas gigantes de ambas ciudades con sus correspondientes localizaciones y explicaciones detalladas. Todo ello junto a un cuaderno de 32 páginas con ensayos sobre nuestras necrópolis subterráneas firmados por Servando Rocha (Madrid) y Javier Calvo (Barcelona), y un cartel, también a color, realizado en exclusiva para esta edición por la maravillosa artista Diana Calabaza Cósmica.

Pasear sobre restos, deambular entre muertos. Trazar un contramapa de la ciudad a partir de su desaparición. Guiarnos solamente por la memoria de los fallecidos. Todo eso parecía una locura y, sin embargo, lo hicimos una mañana lluviosa de abril. Queríamos comprobar la naturaleza de esas potencias negativas, aquellos derrumbes y no pocas tropelías urbanísticas, queríamos volver a comprobar cómo el presente es siempre una quimera. Iain Sinclair, el gran psicogeógrafo inglés, hizo algo similar con los ríos perdidos de Londres, nosotros lo haríamos con nuestras necrópolis ocultas. Pero primero debíamos descender unos metros de la superficie. Esta iba a ser una exploración a través de una ciudad sumergida.

Abajo, más abajo.

Madrid y Barcelona se levantan hoy sobre cementerios, antiguos camposantos románticos, medievales, judíos o musulmanes, campos de calaveras que en muchos casos resistieron como ruinas hasta bien entrada la posguerra. Vivimos sobre muertos, pues la mayoría de las veces las nuevas edificaciones se construyeron simplemente cubriendo los terrenos con tierra, cemento y olvido, hasta que un día, debido a ensanches, obras o reformas, aparecen cuerpos y más cuerpos en un incesante goteo: bajo el mismo Congreso de los Diputados de Madrid, en los pequeños cementerios que tenían casi todos los conventos clausurados y derribados con la desamortización 'nuestra obsesión por ser enterrados cerca de las iglesias', maqbaras y cementerios musulmanes. Estas necrópolis, durante décadas, fueron visitadas al caer la noche por poetas, bohemios y decadentistas. Se bailó en ellos y se paseó entre lápidas rotas y panteones abiertos en canal, que durante la Guerra Civil sirvieron de refugio. En los viejos cementerios se combatió metro a metro, tumba a tumba. Muerte y más muerte. España siempre ha sido un país con regusto necrófilo y mueca de espanto.

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